lunes, 5 de febrero de 2007

EL ESFUERZO (A Don Osvaldo Zubeldia)

A mediados de la época de los sesenta no había muchas posibilidades: para pelearle a la vida había que madrugar y “arremangarse”. Los playones de la estación de trenes de Constitución se despabilaban bien temprano, al ritmo de la marcha de la multitud.
Un día, Osvaldo Zubeldia había citado al grupo de jugadores de Estudiantes que viajaban asiduamente desde Buenos Aires a La Plata, una hora y media antes de lo acostumbrado. Los “porteños” eran Carlos Bilardo, Barale, Eduardo Manera, el Flaco Poletti y Marcos Conigliaro esperaban en la estación de Constitución, faltando una hora para las ocho y un minuto de la mañana, horario en el que habitualmente salía el rápido a La Plata. Ellos eran los recien instalados en el corazón del clima platense que había en Estudiantes. Les pidió que se hicieran a un costado del anden y comenzaran a mirar. En eso la gente empezó a bajar. Eran cantidades y cantidades de personas que corrían por llegar temprano y se atropellaban un poco, tratando de ganar un minuto de tiempo para llegar al trabajo o para conseguir un colectivo que los deje en su trabajo. Luego de un buen rato, después de observar mucho eso, Carlos pregunto:
-Disculpe Osvaldo, ¿qué esperamos?, mencionó el volante platense.
Entonces Zubeldia, les dijo:
-¿Qué es lo que ven muchachos?, preguntó el DT.
-Los muchachos, desorientados, parecieron mostrarle a Zubeldia lo que parecía inevitable, gente y gente por doquier.
-Esta gente que ustedes dicen que va y viene como loca, esta apurada por entrar a laburar. No les queda otro remedio: o laburan o se mueren de hambre. Ellos si que trabajan, en cambio ustedes tienen la posibilidad de hacer lo que les gusta, la suerte de jugar al fútbol y vivir bien.

Entonces podemos divertirnos y además progresar...
Hizo un silencio para la reflexión grupal y continuo.
-Lo que les quiero hacer entender es que sin trabajo no se logra nada. Si nosotros nos rompemos el lomo entrenando, vamos a ser campeones del mundo. Si nos creemos unos fenómenos y nos tiramos a vagos, nos vamos a sumar a esta gente que va y viene. Esta en ustedes decidir que quieren hacer...
Aquellas palabras de Don Osvaldo marcaron a fuego la filosofía futbolística de Carlos Salvador Bilardo. Luego de esa mañana, su idea sobre el fútbol dio un vuelco definitivo. Muchos años mas tarde, el siempre recuerda aquella anécdota y la cuenta una vez mas, como si fuera una metáfora de todo lo vivido junto a Osvaldo.
Al margen de las polémicas y de las ideologías Osvaldo Zubeldía fue el creador de una verdadera revolución en Estudiantes, que recorrió el mundo, siempre con el sabor del éxito. Fue un precursor, un innovador. Buscó siempre las ventajas basado sobre el estudio del rival y del reglamento, aún el de la letra más pequeña. Asumió en Estudiantes para evitar el descenso y fue campeón del mundo en aquellos años 60. El fútbol dejó de ser un espectáculo para convertirse en un negocio. Jugadores, técnicos y dirigentes saben que su estabilidad depende de los triunfos", dijo, 40 años atrás. Defender primero, atacar, después. El centro antes que la gambeta. Pierna fuerte y corazón. Y algo de talento, por supuesto. Así fueron sus equipos: combativos, luchadores, corajudos. Tímido, quisquilloso, se encerró en el llamado laboratorio de Estudiantes para pensar, analizar, estudiar. La utilidad, por encima de la belleza.
Para muchos que vivieron esa historia, todo empezó allí, en un simple tren. En el rápido a La Plata de las ocho y un minuto. Cuando Don Osvaldo lo dijo...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Felicitaciones por el blog, Mariano! Refleja fielmente toda la mística del glorioso Estudiantes de La Plata. Evidentemente, un club distinto. Una institución diferente al resto, con principios, una escuela de vida, con una mística que trasciende los logros deportivos. GRACIAS DIOS POR HABERME HECHO PINCHARRATA!