-Y ahora, ¿quién se lleva la copa?, pregunto un jugador pincha.
-Esto termina en un sorteo, dijo el arbitro del partido, con la indicación de algún dirigente local, sentenciando que no quedaba otra forma de definir que tirar la moneda.
Todos los jugadores de Estudiantes se juntaron en el centro del campo de juego, tomando agua y descansando un poco, pero en ese momento Carlos Bilardo, llama a Oscar Malbernat. Como “Cacho” era el capitán, estaba listo ser convocado por el arbitro que, junto con el otro capitán, iban ver como tiraban la moneda, y le dice cerca del oído, en tono muy bajo:
-Cacho, no importa lo que vos elijas, cuando caiga la moneda en el suelo, salga lo que salga, empezá a festejar y saltamos todos, nos tiramos al piso encima de la moneda y nos abrazamos.
Oscar sonrió y pensó en lo que vendría, como un acto de comedia. Efectivamente, eso fue lo ocurrió, el referí tiro la moneda al aire y, antes que alguien pudiera ver como había caído, los albirrojos terminaron festejando de manera descontrolada. La Copa quedó en el club platense. Jamás se supo salió cara o ceca en aquella fatídica moneda.
Aquel pintoresco hecho rozo la picardía y la viveza, pero mucho tiempo después se tomo como costumbre que al empatar de visitante, el equipo invitado se lleve la Copa. Estudiantes ya estaba acostumbrado, había salido Campeón de América en el Estadio Centenario de Uruguay y Campeón del Mundo en Old Traford, Manchester. Gracias a esa historia prolífica en logros y victorias, las vitrinas del club Estudiantes de la Plata se encuentran repletas de muchas Copas. Cada una de ellas tiene una historia detrás, es decir cada una se obtuvo de una manera diferente.

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