Bilardo necesitaba goles para su equipo en 1982. Pensó en Hugo Ernesto Gottardi, un delantero de Racing que, por ese entonces hacia pocos goles y no andaba bien. Carlos lo fue a buscar gracias también a una sugerencia de Zubeldia. La idea era recuperarlo.
Llegó a City Bell un día de mucha lluvia y, acostumbrado a Racing, encaro para el gimnasio pensando en que el barro reinante no los dejaría entrenar. Pero el no de Carlos Bilardo lo hizo cambiar de rumbo hacia el bosque. Ahí empezó a entender como serian las cosas. Como no les iba a ir bien a esos tipos, si no los frenaba nada. Al poco tiempo era uno mas matándose en el barro. Era completo: manejaba las dos piernas, iba muy bien arriba, clave en las pelotas paradas y tenia mucha intuición en los rebotes. Hacia todo lo que tenia que hacer un goleador: mandarla adentro.
Gottardi estaba algo preocupado por el embarazo de su mujer. A eso se le sumaba que atravesaba una racha mala, sin poder hacer goles. Entonces, Carlos, que nunca se le pasaba por alto ningún detalle, se dio cuenta enseguida de tal nerviosismo:
-¿Que pasa, Hugo? ¡Cuénteme! ¿Hay problemas en tu casa?
-Carlos, mi señora esta por tener familia y estoy un poco preocupado...
-Ah, no! Así, vos no podes jugar. Vos tenes que estar tranquilo, concentrado. Sos goleador, carajo. No podes andar pensando en otra cosa, le dijo seriamente.
Y ni bien termino de decir eso, se quedo pensando un buen rato. Al pasar un tiempo, encontró la solución. Pidió el teléfono y llamo a su mujer, la inseparable Gloria. Rápidamente la mando a cuidar a la señora de Gottardi. Allí quedo de guardia, como una casi medica, la infaltable Gloria. Todos los días, Carlos la llamaba y le preguntaba como andaban las cosas. Alli permanecio, toda esa semana, en resguardo en la casa de Hugo, hasta que todo estuvo mas tranquilo y el goleador reanudo su calma con mas goles.
Llegó a City Bell un día de mucha lluvia y, acostumbrado a Racing, encaro para el gimnasio pensando en que el barro reinante no los dejaría entrenar. Pero el no de Carlos Bilardo lo hizo cambiar de rumbo hacia el bosque. Ahí empezó a entender como serian las cosas. Como no les iba a ir bien a esos tipos, si no los frenaba nada. Al poco tiempo era uno mas matándose en el barro. Era completo: manejaba las dos piernas, iba muy bien arriba, clave en las pelotas paradas y tenia mucha intuición en los rebotes. Hacia todo lo que tenia que hacer un goleador: mandarla adentro.
Gottardi estaba algo preocupado por el embarazo de su mujer. A eso se le sumaba que atravesaba una racha mala, sin poder hacer goles. Entonces, Carlos, que nunca se le pasaba por alto ningún detalle, se dio cuenta enseguida de tal nerviosismo:
-¿Que pasa, Hugo? ¡Cuénteme! ¿Hay problemas en tu casa?
-Carlos, mi señora esta por tener familia y estoy un poco preocupado...
-Ah, no! Así, vos no podes jugar. Vos tenes que estar tranquilo, concentrado. Sos goleador, carajo. No podes andar pensando en otra cosa, le dijo seriamente.
Y ni bien termino de decir eso, se quedo pensando un buen rato. Al pasar un tiempo, encontró la solución. Pidió el teléfono y llamo a su mujer, la inseparable Gloria. Rápidamente la mando a cuidar a la señora de Gottardi. Allí quedo de guardia, como una casi medica, la infaltable Gloria. Todos los días, Carlos la llamaba y le preguntaba como andaban las cosas. Alli permanecio, toda esa semana, en resguardo en la casa de Hugo, hasta que todo estuvo mas tranquilo y el goleador reanudo su calma con mas goles.

1 comentario:
grande Gottardo. lo vi jugar en Santafe de Bogota de Colombia. una leyenda
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